miércoles, 2 de mayo de 2012

Nugolat, Elche

Siempre que nos acercamos por tierras alicantinas, nos gusta darnos a la paella. En esta tierra, además de buenos vinos, hay una importante huerta y unas paellas que quitan el sentido. Hablando con unos amigos, nos recomendaron este restaurante, y nos acercamos por allí a probar.

El restaurante está un poco difícil de encontrar, porque aunque está en el término municipal de Elche, se encuentra en una carretera cercana. En concreto, se encuentra en la carretera de Elx a Dolors, en el km 5. Al lado de una rotonda, se indica una salida, para dejar el coche en el parking. Una vez que se aparca, se atraviesa un jardín con las típica flora alicantina de palmeras, y se llega a una puerta de madera, que es la entrada al salón.

El salón es muy grande, para alrededor de 200 comensales. Está decorado con sillas cubiertas con tela y manteles blancos, por lo que da una sensación de salón de bodas. Enseguida nos atendió la camarera, y nos sentamos.


Pedimos cerveza y agua para comer, y la camarera nos preguntó que queríamos comer. Pedimos un arroz de verduras, y nos indico amablemente que nos saldría mejor el menú, que por 15€ incluía entrantes, el arroz, la bebida, postre y café. Nos decidimos por el menú, y pedimos una paella de verduras, aunque la típica del restaurante es la de conejo y caracoles.

Enseguida nos trajeron el pan, un plato con queso y salchichón casero, y una ensalada muy variada: lechuga, maiz, aceitunas, mojama, nabo, zanahoria, atún, pipas, nueces, tomate y cebolla. Las dos cosas muy ricas, y además mientras picas un poco, se te pasa el tiempo que tardan en preparar la paella.
A los 50 minutos más o menos, cuando ya habíamos dado cuenta de la ensalada y los entremeses, nos sacaron la paella de verduras, directamente en la paellera, como mandan los cánones. La apariencia de la paella, es excelente: una capa muy fina de arroz, con abundancia de verduras, con un color anaranjado. Sin esperar a que se enfriara la probamos, y nos encanto. Un sabor riquísimo que le da la leña, junto con las verduras: alcachofa, judía verde y guisante, seguramente de alguna huerta cercana. A pesar de que ya habíamos comido los entrantes, no dejamos nada de la paella. La camarera nos preguntó que nos había parecido, y le dijimos la verdad: excelente.

Luego nos ofreció los postres: flan, tocino de cielo, tarta de chocolate y natillas. Pedimos un tocino de cielo para compartir, y dos poleos, porque la verdad es que la comida es contundente. La camarera nos trajo la cuenta, que ascendía a 30€. Nos pareció barato, porque la verdad es que se come de maravilla. Es un sitio altamente recomendable al que seguro que volveremos en nuestro siguiente viaje a Alicante.

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